28 de noviembre de 2007

Editorial de la semana


El gabinete, los peones de la camarilla
(publicado en Prensa Obrera nº 1018)

Quien quiera ver en los integrantes del futuro gabinete de Cristina a expresiones de una u otra fracción capitalista, perdería el tiempo. Simplemente responde a las pujas y relaciones de fuerza de un régimen de camarillas.

No se trata solamente de la confirmación de Julio de Vido y Alberto Fernández, emisarios directos de Kirchner que manejan más de la mitad del presupuesto nacional: uno, las obras “públicas”; el otro, los “superpoderes”. Elementos de la camarilla presidencial asumirán también el control del Ministerio de Acción Social y de Salud. Aníbal Fernández pasa al Ministerio de Justicia (llevándose la estratégica Secretaría de Seguridad) para poner en vereda un Poder Judicial que se va de madre y una Corte que se va dividiendo políticamente, cada vez más, para preservar — como un botín personal— el vínculo con otra camarilla, la de las “fuerzas de seguridad”.

La “novedad” que presenta, Martín Lousteau — un burócrata que a pesar de su juventud, sirvió a las administraciones menemo-duhaldistas y aliancistas, sin privarse en el camino de colaborar “ideológicamente” con Francisco de Narváez— , carece de relieve, precisamente porque no podrá ser más que un peón del clan matrimonial. Lousteau no podrá contar con “una Afip que se volvió autónoma, Obras y Servicios Públicos que es otra cartera y secretarías ocupadas por personas que informan directamente a la Casa Rosada” (La Nación, 18/11).
El anuncio de un nuevo ministerio de “Ciencia, Tecnología e Innovación” sólo sirvió para que la intelligentzia “progre” renovara sus expresiones de apoyo al gobierno, mientras la Conadu Histórica denunciaba que el presupuesto 2008 “consolida el vaciamiento de la universidad pública en todas sus expresiones”. En todo caso será un ministerio que someterá lo ‘público’ a lo ‘privado’.

Carestía, crisis energética, política exterior

La suba de las retenciones le servirá al gobierno para sumar 3.000 millones de dólares anuales a la caja del Estado. Pero continúa la escalada inflacionaria del trigo, las naftas o la leche, así como de los combustibles, que en sólo quince días aumentaron un 20 por ciento. El precio neto de la leche en polvo exportada subió con 25 por ciento. Mientras coloca en la agenda la “contención de la inflación”, el kirchnerismo deja correr el “reacomodamiento de precios” que exigen todos los lobbies patronales.

La agenda de crisis continúa con la penuria de la energía. La reunión entre Cristina y Lula abundó en promesas de una “cooperación entre Petrobras y Enarsa”, pero para esto deberán superarse los choques que Kirchner tuvo con el pulpo brasileño en Bolivia y con la venta de Transener. Para que Petrobras se asocie con Enarsa, la futura Presidenta deberá cambiar las reglas del juego petrolero, o sea liberar los precios. Para esto deberá arreglar primero el desaguisado con Repsol, que se resiste a malvender el 40 por ciento de sus acciones a grupos locales vinculados con la camarilla.

Las provincias

Con el aumento de las retenciones, que son impuestos que no se coparticipan, el gobierno se asegura reforzar la extorsión sobre los estados provinciales. Necesita controlar a más de un gobernador, incluido Scioli, si además quiere en serio pasar a presidir el Partido Justicialista, como asegura.

En el caso de la Capital, los insultos de Aníbal Fernández contra Macri demuestran que la cuestión del traspaso policial seguirá siendo resistida por el kirchnerismo, pero como parte de un paquete más vasto: “el juego y el puerto, por ejemplo, significan ingresos multimillonarios” (La Nación, 16/11). La pugna incluye una liberalización del negocio de juego, por la que presionan los monopolios turísticos en la Ciudad.

El movimiento obrero

En la agenda de la camarilla, la regimentación del movimiento obrero ocupa un lugar de excepción. Rosendo Fraga aludió a la preocupación que le causa al gobierno la inquietud en las bases obreras y el activismo de los opositores a la burocracia sindical. La huelga marplatense es un estallido masivo de los obreros del pescado contra el trabajo en negro y flexibilizado. La crisis planteada con el sistema de “puntajes” para los choferes en la Capital ha sacado a la luz las enormes tensiones que se acumulan entre los trabajadores del transporte. La huelga de los fraccionadores de gas, que acaba de arrancar un “refuerzo” salarial, demuestra la deliberación instalada en favor de un aumento de emergencia o, en su defecto, de un aguinaldo doble. La lucha de los docentes de Capital y provincia no se detiene. De Vido y Tomada han sido confirmados en el gabinete para continuar los negocios con los Moyano, Fernández de UTA, Cavalieri o Yasky, o sea una sociedad anónima para contener las luchas obreras.

Hace dos semanas, los voceros del kirchnerismo celebraban el retroceso electoral de la izquierda, pero ahora reiteran su “preocupación” anterior por “ese activismo sindical que está en todos lados”. La tendencia que pretendieron confinar en los comicios reaparece en todos los recovecos del proceso social.

Asumimos la lucha por la agenda que reclaman los trabajadores: el doble aguinaldo, un aumento de emergencia y un básico equivalente al costo de la canasta familiar; contra la flexibilización y el tercerismo; por las seis horas para todos los choferes de taxis y colectivos.

Vamos por la victoria de la lucha del Casino, por la defensa de las empresas recuperadas en peligro; por Gualeguaychú, que ha reforzado su lucha aún con Botnia funcionando.
Marcelo Ramal



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