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En contra del declaracionismo
Cuando la Policía Federal nos apaleaba en las puertas del Congreso Nacional con el objetivo de imponerle un rector a la UBA, las camarillas, integradas por muchos decanos «progresistas», se comprometían a otorgarnos una importante cantidad de becas, y a dar inicio a un proceso de reforma de los estatutos para avanzar en la democratización de los órganos de co-gobierno. Y por sobre todas las cosas, planteaban que como se trataba de una salida acorde con los intereses del gobierno nacional, se iban a generar las condiciones para un incremento real del presupuesto, y todos los problemas de la universidad pasarían a formar parte del pasado.
A dos años, la UBA se cae a pedazos. No hay presupuesto y mucho menos democratización, porque lo que garantizaría todo esto es un proceso de movilización que no están dispuestas a dar.
Se trata de un valioso dato de la historia reciente que los estudiantes de la UNMdP no podemos dejar de tener en cuenta.
Hemos visto, en estos últimos tiempos, a las camarillas de acuerdo en considerar como concesiones a reivindicaciones, por ejemplo el comedor estudiantil, arrancadas a la gestión de la universidad como consecuencia de la organización y la lucha independiente del movimiento estudiantil. Como en la UBA, interpretan que de esta manera se pone a resguardo la «institucionalidad» de nuestra universidad.
Nos subestiman, desde el momento en que dejan de tener en cuenta que somos bien conscientes de un contexto general determinado por la penuria material que atraviesan las universidades, como consecuencia del desfinanciamiento presupuestario impulsado por el gobierno nacional. A la hora de discutir una reivindicación tan importante como la gratuidad de los posgrados –fundamental en el camino de la democratización-, introducen un debate falaz, que de alguna manera reproduce en la universidad la crisis del «campo»: los posgrados «diferenciados». Quieren que discutamos si es progresivo o no que los posgrados sean gratuitos para un sector del claustro docente, pero bajo ningún punto de vista que ubiquemos a esta reivindicación dentro de un planteo de carácter profundo, que cuestiona desde sus cimientos a la estructura –antidemocrática y privatizadora- del gobierno universitario.
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Plantean, «declaran», que toda reivindicación que implique asignaciones presupuestarias debe ser ubicada dentro de «la lucha por más presupuesto»; pero no denuncian, con todas las letras, el acuerdo firmado entre el gobierno y el Consejo Interuniversitario Nacional (es decir, firmado por Medina), para avanzar en una reforma trucha de la LES, que va a continuar siendo la madre de todos los problemas, puesto que profundiza la violación de la autonomía universitaria –sigue firme la CONEAU-, el desfinanciamiento presupuestario, y el fortalecimiento de la actual composición del gobierno universitario.
Por eso es que estamos en contra del declaracionismo.
Todo lo que hemos conquistado en este proceso se enfrenta de lleno con los intereses de las camarillas que se disputan la sucesión de Medina, responsables de aplicar en nuestra universidad las políticas que la han venido destruyendo en términos materiales, políticos y académicos. De aquí es que ante cada una de las conquistas parciales no podemos dejar de señalar la cuestión del gobierno universitario, para marcar lo imprescindible que resulta luchar por una transformación concreta del mismo, de raíz, para ubicarlo sobre nuevas bases sociales.
La presente situación política va a estar determinada por la firmeza que mostremos los estudiantes a la hora de profundizar nuestra lucha por un gobierno universitario de estudiantes y trabajadores.
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