29 de julio de 2010

Jubilaciones: ¿se puede pagar el 82% móvil?

Charla-Debate 

Hoy jueves 29 de julio a las 17 horas y con la presencia de Daniel Rapanelli, el Partido Obrero de Mar del Plata realizará una Charla-Debate sobre uno de los temas que más preocupan a los trabajadores jubilados y en actividad:  Jubilaciones: ¿Se puede pagar el 82% móvil? ¿Adónde va la plata de la ANSES?

A pocas horas del anuncio del gobierno del miserable aumento en los haberes de los jubilados,aumento que bien puede ser considerado una nueva estafa y un paso más en el geronticidio en curso, el Partido Obrero volverá a hacer pública su postura con respecto al tema, tal como lo hizo en la Jornada de Debate sobre las Jubilaciones que se realizó en el Concejo Deliberante. Allí reivindicamos el proyecto del 82%, señalando sus límites, denunciando que está siendo llevado a una mínima expresión a partir de quedarse sólo en el 82% de la mínima y advirtiendo que la ley sólo podrá imponerse a través de masivas movilizaciones.

 El Partido Obrero denunciará el uso de los fondos de la ANSES por parte del gobierno kirchnerista y de todos los gobiernos anteriores, su camino hacia el vaciamiento, el intento de veto si saliera la ley y la necesidad de que las organizaciones de la clase obrera tomen al 82% en las jubilaciones como punto de lucha.

 Además, dará cuenta a los presentes de cómo marcha la campaña de firmas que venimos llevando a cabo en todo el país para exigir la inmediata sanción del proyecto de ley aprobado en la Comisión de Previsión de la Cámara de Diputados. Dicho proyecto contempla:
  • Establecer la jubilación mínima en el 82% móvil del salario mínimo.
  • Reajustar, de acuerdo a la evolución del salario todas las jubilaciones afectadas por los congelamientos de 1991 y 2002.
  • Establecer esa movilidad para los futuros aumentos. 
Esperamos que esta charla debate sea el puntapié inicial de un gran movimiento marplatense en aras de la realización de un Plenario por el 82%, para colocar a los trabajadores y a los jubilados de Mar del  Plata de pie.


Daniel Rapanelli ---------: 0221 154 595815
Alejandro Martínez ------: 0223 155 420728


28 de julio de 2010

Charla Debate: Ni Macri ni Kirchner

afiche de Ni Macri ni Kirchner

23 de julio de 2010

Una nueva etapa de la bancarrota capitalista

10 de julio de 2010 - Resolución Política del Secretariado Internacional de la Coordinadora por la Refundación de la Cuarta Internacional
Bancarrotas fiscales, crisis políticas, rebeliones obreras
Una nueva etapa de la bancarrota capitalista


El fracaso de los rescates estatales

1. La bancarrota capitalista internacional ha ingresado, definitivamente, en una fase aún más explosiva que la de septiembre de 2008, cuando la quiebra de Lehman Brothers amenazó con producir un colapso del conjunto de la economía mundial. La gigantesca operación de rescate al sistema bancario que siguió a esa quiebra ha desembocado en una crisis fiscal sin precedentes y en una situación de cesación de pagos inminente de numerosos estados. Quedaron así al desnudo las limitaciones insalvables de la intervención del Estado para rescatar a la economía mundial de la bancarrota capitalista y, concretamente para recomponer las mismas bases que produjeron su estallido. La gigantesca emisión de moneda, de parte de los bancos centrales, para socorrer al sistema financiero, ha servido para ‘apalancar', o sea financiar un nuevo proceso especulativo. Con tasas de interés oficiales cercanas a cero, los fondos financieros se volcaron a las Bolsas, las materias primas y al mercado de títulos públicos, para inflar sus balances deteriorados con ganancias especulativas. El sistema fiscal fue forzado a incurrir en un nuevo endeudamiento para absorber los fondos generados por los rescates.

Los llamados ‘estímulos' del estado para neutralizar la recesión fueron financiados por medio de este mecanismo especulativo. La deuda pública de Estados Unidos, por ejemplo, pasó del 40 al 100% del PBI, y en España, del 30 al 80%. En lugar de ‘limpiar' de sus balances los ‘activos tóxicos' (incobrables), en especial los créditos hipotecarios en un mercado que sigue cayendo, los bancos incorporaron nuevos activos de esas características - ahora los títulos públicos. La insolvencia fiscal es un producto de este financiamiento parasitario, y no al revés, o sea que este financiamiento fuera una operación de rescate de estados insolventes. Basta para demostrarlo la carga enorme de pérdidas que está provocando en las regiones italianas y los estados norteamericanos o alemanes, los contratos de productos derivados que cargan en sus presupuestos. La bancarrota fiscal se ha fusionado con una nueva crisis financiera: ha crecido el volumen de ‘activos tóxicos' en poder de los bancos y el financiamiento a mediano o largo plazo con deuda contraída a corto plazo (conocido como "descalce"). Los planteos de ajuste fiscal constituyen un reconocimiento de la bancarrota. Pero este ajuste fiscal, que apunta a liquidar derechos conquistados por los trabajadores, no se aplica a los gastos juzgados de ‘interés nacional', como los militares, que han aumentado. Los bancos centrales han ingresado en una nueva ronda de emisión de moneda, para rescatar otra vez a los bancos, ahora de la insolvencia fiscal. Es lo que ocurre con la compra de deuda pública en poder de los bancos por parte del Banco Central Europeo. Los países de la ‘zona euro' y del FMI han comprometido 900 mil millones de euros para evitar ‘default'. De este modo, un conjunto de estados en estado efectivo o potencial de ‘default' pretende rescatar a otros que se encuentran en una situación más apremiante. La contradicción que encierra este operativo está demostrada en el hecho de que no se trata de un aporte efectivo a un fondo de rescate, sino de una declaración de garantía para el caso de que tenga efectivamente lugar una cesación de pagos. En resumen, todos los estados se siguen endeudando a tasas de interés cada vez mayores, financiados por la emisión de dinero de los bancos centrales.

A la bancarrota bancaria se ha sumado la bancarrota fiscal. En lugar de eliminarla o reducirla, la ‘pirámide' especulativa del endeudamiento de bancos y estados, ha crecido todavía más. La intervención estatal, en lugar de neutralizar o contrarrestar la bancarrota capitalista, le ha dado un nuevo impulso. Es esta intervención del estado la que ha sido saludada por el izquierdismo burgués como una reacción al régimen ‘neo-liberal' o como una negación estatal del mercado. El estado, sin embargo, no ha intervenido contra el mercado sino en su socorro; no como un poder exterior al capital sino como otro engranaje de la acumulación capitalista. En lugar de forzar al capital a aceptar una ‘quita' sobre sus activos valorizados en forma ficticia, aplica esa ‘quita' a los explotados en un intento de rescatar el capital ficticiamente inflado por la especulación. En lugar de liquidar el capital excedente y reordenar las proporciones entre el capital acumulado, de un lado, y la capacidad adquisitva del consumo, del otro, ha incrementado la desproporción entre uno y otro, mediante el ‘estímulo' a nuevos gastos de inversión. Ha autorizado que los bancos contabilicen sus activos incobrables a sus precios de adquisición y no a los precios desvalorizados de mercado, para mantener una pléyade de ‘bancos zombis', sostenidos por fondos públicos o emisión de moneda, y ha bloqueado el mecanismo capitalista de la quiebra y el ‘default' y la ‘quita' de los estados.


Se trata de un intento de socorro del sistema ‘neoliberal', negando los principios básicos del capitalismo y del ‘neoliberalismo. Pero al operar de esta manera, impide la recreación del crédito y una salida capitalista a la crisis. Al vetar el default estatal, ha creado ‘estados zombis', que deben ser tutelados como protectorados por otros estados. Al separar las esferas ‘públicas y privadas', como si no fueran dos caras de la misma moneda, ocultando con ello los lazos indisolubles entre ellos en el engranaje de la acumulación capitalista, la izquierda que se reivindica marxista contrabandea un keynesianismo que ha sido completamente refutada en el desarrollo de la propia crisis. El keynesianismo, sin embargo, no pretende prevenir ...